Capítulo 50. Esperanza

-Pero… Mariana…yo- empezó a balbucear María Antonia viendo la actitud intransigente de la muchacha. -Señora, de verdad, yo la perdono de todo corazón, a pesar de todo lo que usted me hizo, le aseguro que no tengo ningún rencor en mi corazón en contra de usted. Pero a pesar de ese vínculo de sangre del que ninguna de las dos sabía hasta hace poco, no hay nada que nos una. Me alegra muchísimo que se haya arrepentido de sus acciones y que intente recuperar a Jerôme y ayudar a Ariadne, pero no me cuente entre sus propósitos personales, porque no … Continúa leyendo Capítulo 50. Esperanza

Capítulo 49. Contacto

-Por supuesto, señora, pase- dijo Mariana con toda amabilidad intentando incorporarse en su cama de convaleciente. -Gracias… eh, Jerónimo- dijo ella volteando un momento a ver a su esposo. -¿Estás segura de que quieres hacer esto sola?- preguntó Jerónimo en un susurro casi inaudible. María Antonia respondió asintiendo con la cabeza. Su marido le dio un beso en la mejilla y le sonrió por una fracción de segundo a Mariana antes de salir por la puerta. -¿Me puedo sentar?- preguntó María Antonia, que llevaba el cabello recogido en un moño sencillo y con un sastre simple de color blanco hueso … Continúa leyendo Capítulo 49. Contacto

Capítulo 46. Cadáver

Eran las dos de la madrugada, cuando un juez de garantías, despertado a las volandas por las autoridades de Colombia y Estados Unidos, legalizó la captura de Ariadne Saint-Clair. Dos fornidos agentes, que estaban de guardia en el Comando de Policía de Chía, la esposaron, le leyeron sus derechos y la metieron con cuidado a la patrulla que salió sin ninguna discreción. Era el fin. Luego del interrogatorio y el enfrentamiento que siguió a la revelación de las pruebas, Ariadne se había cerrado por completo. No respondió a las palabras de apoyo de sus padres, ni a las miradas de … Continúa leyendo Capítulo 46. Cadáver

Capítulo 45. Evidencias

Santiago terminó de leer la carta y la cerró, mientras todos los presentes en el recibidor principal de la Fortaleza Rota permanecían en silencio. María Antonia fue la primera que reaccionó. -Me… ¿me permites leer esa carta, por favor?- dijo la mujer que parecía haber perdido toda su altivez y en orgullo de un sólo golpe. No bien puso los ojos sobre el documento, se llevó la mano libre a la boca. No pudo contener el llanto. Liesel tomó la carta de inmediato. -Es la letra y la firma de mi mamá-dijo. -¡No lo puedo creer! ¡Dios mio! ¿Qué está … Continúa leyendo Capítulo 45. Evidencias

Capítulo 41. Muerte

“La Duquesa, había acompañado la cena, como todas las noche, con vino exquisito, traído por encargo desde Francia ¿Puedes creerlo? Y justo cuando terminó la primera copa, Maurice tomó la palabra. Con la peor frialdad del mundo le confesó que la copa de vino que había tomado estaba envenenada. La Duquesa, que en efecto se había empezado a sentir mal, sólo le preguntó ‘¿Por qué?’. Maurice, sólo le contestó, que ese era el destino que sufrían todas las zorras. Le dijo que no se iría a Europa a sufrir el rechazo de la elite cortesana por ser hijo de una … Continúa leyendo Capítulo 41. Muerte

Capítulo 40. Pecados

En casi veinticinco años que tenía trabajando en Bogotá, Cándida Arango había aprendido a identificar los días de tormenta. Empezaban así, como aquel día, despejado, brillante y soleado, como si las nubes quisiera tomarse unas vacaciones y de paso le dieran permiso al sol de tocar el verde intenso de los pastos de la sabana. Pero tal y como Cándida, y muchos otros viejos habitantes de la ciudad lo predijeron sin decirlo, aquél clima de ensueño era sólo el preludio de la más terrible de las tormentas. Encerrada con llave en el cuarto de la difunta Margarita Pérez, observando fijamente … Continúa leyendo Capítulo 40. Pecados

Capítulo 39. Incendio

Las llaves que abrían todas y cada una de las puertas de La Fortaleza Rota, estaban cuidadosamente guardadas en la caseta de seguridad, desde donde un empleado de seguridad privada coordinaba quien entraba y quien salía de la propiedad. Mariana se había dado cuenta que nunca se trataba del mismo empleado, por lo que correctamente dedujo, que era una estrategia de la compañía para evitar la tentación a sus empleados de armar un robo a gran escala. Una patrulla de la misma empresa daba vueltas por la vía externa de la propiedad en caso de emergencias. Era en aquella caseta … Continúa leyendo Capítulo 39. Incendio

Capítulo 38. Claves

La noticia de la captura de Santiago Dajach por parte de una fuerza de tarea conjunta del gobierno colombiano y la embajada de los Estados Unidos llegó a oídos de Mariana con casi cuarenta y ocho horas de retraso. Luego del cinematográfico o, más bien, novelesco escape de Jerôme Saint-Clair de la Fortaleza Rota y del avistamiento de la pintura en la habitación de Margarita Pérez, Mariana había intentado localizar a Santiago por todos los medios. Intentó primero con el teléfono celular, pero luego de más de veinte intentos en que efectivamente timbraba sin respuesta, finalmente se fue a correo … Continúa leyendo Capítulo 38. Claves

Capítulo 37. Captura

-Todo esto es culpa tuya, ¡maldita intrusa!- dijo María Antonia señalando a Mariana que intentaba darle los primeros auxilios al detective Ramon Rátiva, que hasta hacía unos minutos ella intentaba detener. -¿De qué rayos está hablando, señora? -Tú, tú fuiste la que le metió esas ideas retorcidas a mi hijo en la cabeza, tú que vives una vida libertina en esa ciudad donde todos son unos pervertidos. ¡Ahora convertiste a mi hijo en uno de ellos! -¿Qué? ¿Yo? -¿Qué, si no, hacías en ese lugar con ellos? ¿Hace cuánto estabas encubriendo esa relación? María Antonia estuvo a punto de reclamarle … Continúa leyendo Capítulo 37. Captura

Capítulo 32. Persecución

Justo después de la medianoche comprendió que estaba completamente desamparado. El cuarto en el que lo había dejado estaba oscuro y frío. El techo daba vueltas encima de él, como si estuviera amarrado a un eje giratorio infinito. No sentía el brazo en el que lo habían herido, pero tampoco podía sentir el otro, ni tampoco las piernas. Fue entonces que cayó en cuenta que el reloj despertador que estaba arrojado sobre el piso, a pocos metros de él, seguía marcando las 00:00 por lo que concluyó no sólo que el reloj estaba dañado, sino que había perdido por completo … Continúa leyendo Capítulo 32. Persecución